…. con ruido de espejos rotos

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"Si ustedes hubieran dado su peso a esta especie de exuberancia polémica que hice para presentar la Verdad –ni siquiera  recuerdo lo que escribí-,  como volviendo a la pieza con ruido de espejos rotos , quizás eso hubiera podido abrirle las orejas. ¡Pero  el ruido de los espejos que se rompen, en un escrito, no les sorprende! Sin embargo, estaba bastante bien escrito. Es lo que se llama efecto de estilo"

                                                       J. Lacan.

 

Siempre que nombramos la palabra  “política” en psicoanálisis resuena algo paradojal, casi extemporáneo, diría Nietzsche. El psicoanálisis más bien apunta a la singularidad, al síntoma, al deseo del sujeto, en tanto que la política parece querer responder a un presente siempre actual, coyuntural, que se conjuga con lo social, con lo comunitario. En fin, cada vez que se la invoca se ponen en juego una serie de términos que de entrada surcan un terreno resbaladizo y siempre por definir.

Dicho de otro modo, la, o las políticas, tal como la recibimos habitualmente se presentan como respuestas que parecerían ir de frente contra aquello que se quiere explicar, solucionar, proponer o denunciar, el psicoanálisis, por el contrario, practica una escucha, una escansión, en ocasiones, una puntuación, una lectura.

No obstante parece que  los terrenos no están tan contrapuestos, y al decir de Lacan, el analista  tendría mucha tela para cortar al respecto.

En esta sección, nos interesa, más que las definiciones certeras y sabiondas,  el ruido a espejos rotos, vale decir,  el planteo de  cierto acercamiento que , los interesados en participar, tengan, tengamos, al tema, a las preguntas: ¿qué entendemos por política en psicoanálisis? ¿En qué compromete al analista? ¿Hay clínica sin política?

En el Menón, Sócrates dice: “No sabía que la política pudiera enseñarse”. Tal vez una ironía, tal vez una verdad, tal vez las dos cosas, pero en todo caso, en el orden de la política ¿algo podría transmitirse?